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CONFLICTOS EN EL AULA

Hoy vamos a hablar sobre un tema que hemos tratado en la clase de “Procesos y Contextos Educativos”: los conflictos en el aula.


Una de las principales preocupaciones de los educadores en las instituciones escolares ha sido, y aún continúan siéndolo, las cuestiones relacionadas con la indisciplina escolar, los conflictos y los actos de violencia entre iguales, es decir, entre los propios compañeros, y también las situaciones de tensión entre los alumnos y los profesores.


Son muchos los motivos, aunque algunos teóricos de la educación apuntan como principal causa de los conflictos de las aulas la existencia de un modelo de organización escolar aún demasiado rígido, poco flexible y descontextualizado de la realidad social y económica actual. Esta situación favorece entre los escolares descontento, aburrimiento y desmotivación, lo que acaba traduciéndose en un rechazo a la realidad escolar y sus normas. Idealmente, las escuelas deberían ser un lugar de encuentro donde se acepte a los demás tal y como son, asumiendo de forma natural las diferencias culturales, de origen, raza, inclinación sexual, etc. Pero la realidad es bien distinta y en muchos centros, de todo los países del mundo, se está viviendo un deterioro de la convivencia escolar.


Otra línea de influencia que favorece las situaciones de conflicto y hasta de violencia y acoso escolar es la dejadez por parte de algunos padres de sus responsabilidades en la educación de los hijos. Estas personas delegan en la escuela un papel que les corresponde a ellos, pero que no pueden ejercer correctamente por diversos motivos: obligaciones laborales, problemas económicos, un entorno social y familiar poco favorecedor, etc.


Con este panorama, la conflictividad y la situaciones de indisciplina y de violencia escolar se manifiestan cada vez más en los centros escolares españoles y de la mayoría de países, siendo la etapa de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) la más conflictiva, lo cual influye negativamente en el estado de ánimo de los chicos y en los procesos de enseñanza-aprendizaje.


En primer lugar, para hacernos una idea a la incidencia de los conflictos que más aparecen en las aulas, diversos estudios concluyen lo siguiente:


Como podemos deducir de los datos anteriores, la mayor parte de los casos tiene un origen en la existencia de una respuesta de violencia física en alguna situación de relación en el entorno escolar o bien se trata de conflictos de comunicación entre las personas, malos entendidos, insultos, etc. que se han agravado en los últimos años con la utilización de las redes de sociales y sus aplicaciones móviles. También parece claro que es entre el alumnado donde se generan y se gestionan más casos.


¿Cómo podríamos reducir estas situaciones como profesores?



La Mediación Escolar es, como ha demostrado en los últimos años, la estrategia de mejora de la convivencia en el ámbito educativo de mayor poder transformador tanto de las personas como de las propias instituciones escolares, dentro de las múltiples que existen.


Este sistema, que puede formar al alumnado, al profesorado y a las familias para ser mediadores y ayudar en la resolución de conflictos entre personas en los centros educativos, posee una fuerza especial.


La Mediación ayuda a conseguir un clima escolar más pacífico y productivo, donde se reduce el número de sanciones y desciende el fracaso escolar y donde se previenen conflictos de bullying o ciberbullying.


Además, la gestión de la convivencia se vuelve participativa y cooperativa, y donde personas en conflicto deciden cuales son las mejores soluciones ayudadas por los mediadores escolares.


Se trata de un sistema que puede formar a los estudiantes, al profesorado y a las familias en habilidades específicas de comunicación, sociales y de inteligencia emocional para ayudar en la resolución de conflictos, y que crea “redes” dentro de los centros escolares que generan un clima de convivencia que ninguna otra estrategia consigue.


Se trata de un sistema preventivo y proactivo en la mejora del clima escolar.


Entonces, ¿qué es la mediación escolar?


Se trata de una estrategia de resolución pacífica en la que se ofrece a personas con un conflicto sentarse juntas voluntariamente con una tercera parte neutral, el mediador o mediadora, para hablar de su problema e intentar llegar a un acuerdo de una forma positiva y colaborativa.


El diálogo es la herramienta principal de la mediación y para ello los mediadores y mediadoras deben ser capaces de crear el clima adecuado para que ese diálogo, entre partes enfrentadas, pueda realizarse en condiciones adecuadas.


En este caso, el mediador sería el tutor o profesor de los alumnos implicados en el conflicto o un equipo de mediadores especializados para llevar a cabo estos casos dentro del centro.


¿Por qué es importante en los centros educativos?


Según Mireia Uranga (1998), una de las pioneras en este campo en España, la introducción de un programa de mediación escolar en un centro educativo de cara a la mejora de la convivencia, se manifiesta en una serie de consecuencias y hechos de carácter objetivo:

  • Facilita un ambiente más distendido en el centro educativo.

  • Favorece la preocupación por los demás.

  • Busca estrategias para solucionar los problemas de forma no violenta.

  • Mejora de las habilidades sociales.

  • Favorece la comunicación entre los miembros de la comunidad educativa.

  • Los conflictos tienen a disminuir.

  • Se buscan otras alternativas a las sanciones reglamentarias.

  • Ayuda a que haya una mayor implicación de la comunidad educativa en el centro escolar.

  • Favorece que haya una mayor responsabilidad en el alumnado (se implican en el funcionamiento del centro).

  • Disminuye el número de expedientes disciplinarios.

Fuente: VIU


Seguidamente os copio una situación de conflicto solucionada a partir de la mediación:


SITUACIÓN DE CONFLICTO


Es la penúltima hora de un miércoles en un instituto, el orientador está trabajando en su despacho. Llaman a la puerta y entra una alumna que le comenta que va a producirse una pelea a la salida del instituto. El orientador pregunta a la alumna que quienes son los alumnos que se van a pegar, a lo que esta le contesta que son dos alumnas de la clase de 2º de ESO del grupo de PMAR.


El orientador deja lo que estaba realizando y se dirige a hablar con las alumnas para intentar conseguir que no se peleen. Encuentra a estas chicas en la clase que les corresponde, pide permiso al profesor que está impartiendo la clase y con ellas se dirige a otra aula, que está vacía, para hablar con ellas sobre el problema que han tenido e intentar que no se produzca la pelea al salir del instituto e intentar ver cuáles son las causas de este conflicto.


PROCESO DE RESOLUCIÓN


Fase 1: entrada


– Orientador: ¡Buenos Días! Ya sabéis quien soy, el orientador, porque me conocéis de hablar con vosotras en otras ocasiones. Me ha comentado una alumna, hace un momento, que os vais a pegar a la salida del instituto. Pegarse no es una forma demasiado adecuada de solucionar los problemas porque os puede traer consecuencias más graves para vosotras. En el instituto nosotros intentamos resolver los problemas dialogando y es lo que voy a intentar ahora hacer con vosotras. Os llamáis Carla y Cecilia.

– Carla y Cecilia: Sí, si.

– Orientador: Carla tú conoces la mediación escolar.

– Carla: ¡Sí!

– Orientador: y tú Celia ¿la conoces?

– Celia: Sí, he visto el cartel en la clase.


Una vez iniciado el primer contacto con las dos alumnas donde se les informa del conocimiento del conflicto que han tenido, y del que pueden tener, para comenzar el diálogo se realizan las presentaciones y se les pregunta algo relacionado con el sistema de mediación para acercarlas al objetivo y desescalar algo el conflicto y la tensión que pueda existir al estar juntas.


Fase 2: cuéntame


– ¿Quisiera saber porque os vais a pegar? Carla ¿me puedes contar lo que ha pasado para que quieras pegarte con Cecilia?

– Cecilia está hablando de mí. Dice que soy una “puta” porque voy con chicos y estoy hasta “los cojones” de que ande hablando mal de mí a mis espaldas. Si se atreve que me lo diga ahora a la cara. La “puta” es ella.

– Carla, no hace falta que amenaces ni que insultes a nadie. Estamos aquí para hablar sobre lo que ha sucedido. Os pido a las dos que por favor os respetéis. Cecilia, ¿qué es lo que ha pasado?

– Yo no estoy diciendo nada de Carla, se lo está inventando ella para pegarme porque va de chula.

– Celia, estas diciendo que tú no has dicho que Carla es una “puta” porque anda con chicos.

– Sí, yo no sé de donde habrá sacado lo que está diciendo, pero yo no he dicho que ella era una “puta”

– No seas mentirosa ¡cabrona!, me ha dicho una chica que tú andas diciendo por el instituto que soy la mayor “putona” que has conocido.

– Carla por favor, habíamos hablado de respetaros en todo momento, sin insultos ni descalificaciones, ¿te parece bien?

– Si, vale, es que estoy muy cabreada.

– Vamos a aclarar lo que está pasando. Celia, ¿tú no has llamado puta a Carla?

– ¡No!


Hemos visto como en esta segunda fase una de las partes se muestra muy enfadada y no es capaz de alejarse del insulto a la otra parte. El empleo de las técnicas de asertividad para desescalar esa tensión, son fundamentales en el mediador, así como la reiteración de las normas básicas de la mediación, aunque no sea un proceso formal.

La complicación en este caso proviene del nivel en el que se encuentra el conflicto. Se acaba de producir y se dirige a un mayor nivel de con la pelea que se espera. Se ha juntado a las dos partes inmediatamente para evitar la pelea.


Esto no es la situación ideal para realizar una mediación por lo que el proceso es diferente y no tan estructurado o formal. El conflicto está demasiado reciente y no se ha hablado con las partes por separado, que quizás se podría haber hecho antes de juntarlas, para bajar esa tensión inicial.


A veces el tiempo es limitado y se debe actuar de manera diferente a lo que teóricamente sabemos. ¡Esto es el día a día de la educación! Por eso la formación continua es una de las claves de los buenos profesionales de la educación.


Fase 3: situar el conflicto


– Carla ¿quién te ha dicho a ti que Carla te estaba llamando “puta”?

– Una chica de clase me lo dijo por el whatsapp.

– Nos puedes decir ¿quién es esa chica?

– Es una compañera de clase, ella la conoce bien.

– No sé quién te lo habrá dicho, pero yo no he hablado con nadie de ti y no he dicho que seas una “puta”.

– ¡Que no vas diciendo por ahí… que yo soy una “puta”!, ¿no me lo creo?

– De verdad, que yo no he dicho que seas una “puta”.

– No has hablado por WhatsApp con ella mal de mí.

– Carla nos puedes decir quién es la chica que te lo ha dicho.

– (después de estar un tiempo callada)… Es Mónica.

– Mónica, ¿vuestra compañera de clase?

– Sí.

– Pero… si yo no he hablado con Mónica, si casi no viene a clase.

– Carla, Mónica te ha dicho que Celia anda diciendo por WhatsApp que tú eres una “puta”, pero Celia nos está contando que ella nunca ha hablado con Mónica de ti. ¿Esto es así?

– ¡Sí!, yo no he hablado con Mónica. Si no la veo en clase.

– Y… ¿por qué comenta Mónica que tú dices que yo soy una “puta”?

– Eso pregúntaselo a ella.


Parece que el problema se va aclarando y hay una tercera persona que puede ser la clave para entender como se ha creado este conflicto de comunicación, en el que también interviene un elemento clave, los nuevos medios de comunicación social.


Fase 4: buscar soluciones


– Carla y Celia, yo creo que el conflicto está empezando a quedar claro.

– A mí me parece que sí. Yo no he hablado con Mónica de Carla, pero ésta nos está “metiendo mentiras” y hablando de la una y de la otra.

– Tu Carla, ¿qué piensas?

– Que Mónica es una “puta” y se va a enterar ahora cuando me la encuentre.

– Bueno Carla es mejor que no busquemos otro problema y nos centremos en resolver este conflicto entre vosotras, ¿cómo creéis podemos solucionar este problema?

(El orientador mira a Carla y Celia y con la vista las interroga).

– Pues… Yo ya no voy a pegar a Celia, porque no quiero que haya espectáculo a la puerta del instituto, ¡que se joda la gente!

– Yo voy a ponerla un WhatsApp a la Mónica y la voy a decir que es una zorra y que la voy a dar.

– Bueno, creo que debemos centrarnos en este problema y no crear otros que lo hagan más grande.


Fase 5: el acuerdo


– Por favor, ¿creéis que podemos encontrar una solución en la que no intervenga la violencia?

– ¡Celia! No te parece que si nos ven que no nos pegamos y que sale una detrás de la otra, la gente se va a quedar con ganas…

– Me parece bien, que se queden con ganas…

– Muy bien Carla y Celia, yo creo que encontrasteis una solución al problema. Que no os peguéis seguro que os beneficia a las dos y al resto de compañeros y compañeras de clase. Ahora vamos para mi despacho y allí esperamos hasta que llegue la hora, yo subiré a la clase a por vuestras mochilas para que así podáis salir juntas. Mañana volveré a hablar con vosotras para ver lo que ha pasado por la tarde.


Las alumnas no se pegaron. Al día siguiente, a primera hora, fueron juntas al despacho del orientador y le dijeron que por la tarde habían estado hablando por WhatsApp y que el problema entre ellas ya estaba solucionado.



A partir de este ejemplo podemos ver la importancia de la mediación y lo útil que podría llegar a ser su utilización en las aulas. Además, me gustaría resaltar que he elegido esta forma de resolución de conflictos ya que, durante la carrera, cursé una asignatura orientada exclusivamente a la mediación de conflictos y, sin duda, me pareció una técnica muy adecuada para llevar a las aulas, ayudando a los adolescentes a madurar y a ser capaces de llegar a acuerdos entre sus iguales sin necesidad de llevar a cabo conductas violentas o inadecuadas contra el otro.


¡Espero que os haya resultado interesante!

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